martes, 10 de noviembre de 2009

Artículo de opinión- libertad de prensa y medios





Desdeñar de tajo el entretenimiento como parte vital de la información periodística es un error común en el que caen aquellos consumidores de medios que posan siempre de profundos en sus discusiones y apreciaciones de la actualidad. Esos mismos que, como esponjas de la información dura, se leen todas las columnas de opinión para tomar prestadas ideas de aquí y de allá y exponerlas finalmente como propias a través de un sancocho ideológico sazonado al calor de las conversaciones eruditas de los cocteles o los clubes.

Su conocimiento, puramente mediático, les impide absorber la información y forjar sus propias ideas. La mayoría de esos seres descarriados que no han visto la luz del entretenimiento podrían ser fácilmente redimidos si tuvieran en la televisión un entretenimiento de calidad que abordara los temas fundamentales.

Cada día, sin embargo, aún los televidentes más avezados, soportan las largas secciones de entretenimiento que copan el tiempo de los noticieros pero que no informan realmente sobre lo que ocurre en el mundo del espectáculo.Esta degradación generalizada de la información del entretenimiento se percibe con mayor fuerza en las secciones de espectáculos de los dos grandes canales privados (Caracol y RCN), cuyo propósito principal es entretener. Sus reporteros concentran sus esfuerzos en cubrir el propio universo del canal; es decir, el entretenimiento se reduce a promocionar la telenovela de estreno y a darles un tratamiento de estrellas de Hollywood a los protagonistas de sus propios programas insignia.

La vida de un reportero de entretenimiento, entonces, gira casi por completo en las paredes del canal. Su reportería se reduce a inmiscuirse en los camerinos de la empresa para preguntarles a los actores de la casa por temas superfluos. Arman historias de unos zapatos, de un corte de pelo o de unos jeans rotos. La imaginación de estos prisioneros no tiene límite. En el fondo, son dignos de admiración por la versatilidad que tienen que emplear a diario para construir historias inexistentes que sacien el interés promocional del canal.Algunos espectáculos musicales o los grandes festivales se salvan de este universo compacto y tienen cabida en el espectro del entretenimiento televisivo.

Caracol está haciendo recientemente un esfuerzo adicional por integrar un poco de cultura a la sección final de su noticiero, pero el malabar de pegar el jugoso avance de la telenovela con una exposición de arte es tan arriesgado que nos deja con una sensación de vértigo.En la radio, de vez en cuando, recibimos la frescura de escuchar informes con rezagos de la buena información del entretenimiento; sobre todo, cuando se nos habla de producciones, actores, músicos y artistas de un lado y del otro sin ataduras a grupos económicos o a intereses cerrados. Pero esa frescura termina por diluirse debido a la fascinación por el chisme y el rumor fácil que les da argumentos a los ideólogos de la opinión prestada.Los televidentes deseamos un día poder decir que nos hemos enterado de lo que ocurre en el entretenimiento nacional. Algunos reconocemos sin tapujos que nos gustan las noticias del entretenimiento y vemos un valor real en ese tipo de información.

Pero la forma como se está planteado el cubrimiento de estas noticias en la televisión nos recuerda la historia mitológica del hermoso Narciso, a quien, como castigo por rechazar a ninfas y mancebos, la diosa de la venganza, Némesis, lo condenó a enamorarse de su propia imagen reflejada en una fuente. Ojalá los canales no se ahoguen en ese ensimismamiento

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